Los almendros de Ibiza: una floración secreta

Los almendros de Ibiza saben exactamente cuándo hacer su entrada. No se molestan en montar un espectáculo en temporada alta, cuando la isla está llena de visitantes. No, esperan hasta enero y febrero, cuando las playas están vacías, los restaurantes están tranquilos y solo quedan los residentes. Entonces, solo para nosotros, estallan en flor, cubriendo las laderas de un suave blanco y rosa, como diciendo: You stayed, and now you get the good stuff.

En Can Frare, estamos rodeados de estos tranquilos artistas, no por accidente, sino por diseño. Nuestros antepasados los plantaron por razones prácticas, no estéticas. Los almendros son resistentes. Prosperan casi sin nada, soportando los abrasadores veranos de Ibiza solo con la lluvia.

El verano pasado, Ibiza soportó casi siete meses con poca o ninguna lluvia. La producción de almendras fue menor, pero los árboles resistieron la sequía, sus profundas raíces aprovechando la humedad oculta. Esta capacidad de adaptación y resistencia los ha hecho perfectos para el accidentado paisaje de Ibiza durante siglos.

Un árbol que sabe cómo sobrevivir, con un poco de ayuda

El almendro está hecho para sobrevivir. Llegó a Ibiza hace siglos, traído desde Oriente por los árabes, que comprendieron su resistencia y cómo podía prosperar en este clima seco y cálido. Originario de Asia Central, el almendro es resistente a la sequía y apenas necesita agua para prosperar.

En pleno verano, pierde sus hojas, conservando la energía tan completamente que parece sin vida. Pero esto es una ilusión: el árbol simplemente está esperando.

Luego, a finales de septiembre, después de meses de letargo, las almendras están listas para ser cosechadas. Estos árboles no desperdician energía en un follaje vistoso en pleno apogeo de la temporada. Son pacientes, sabiendo que su momento llega después de que las multitudes veraniegas de la isla se hayan ido. Es entonces cuando liberan su cosecha rica en nutrientes, una recompensa tranquila al final de una larga y calurosa temporada.

Los almendros también son uno de los árboles más fáciles de propagar: pueden crecer a partir de una sola semilla. Pero cuando se plantan para su cultivo, la tierra que los rodea se despoja de todo, asegurando que cada gota de agua vaya solo al árbol. Por eso los campos de almendros tienen un aspecto tan austero, con sus troncos nudosos que se elevan sobre extensiones abiertas de tierra roja ibicenca.

El sabor de las almendras de Ibiza

Las almendras están profundamente arraigadas en la tradición culinaria de Ibiza. Se han utilizado en la cocina ibicenca desde la época árabe, y su rico sabor a nuez realza algunos de los platos más apreciados de la isla.

La Salsa de Nadal, una sopa navideña, es rica en almendras, miel, canela y azafrán, lo que crea un caldo dulce y especiado. El flaó, la tarta de queso icónica de Ibiza, está sutilmente infusionada con almendras, lo que añade profundidad a la corteza de hojaldre. Las ametlles torrades, almendras tostadas y a veces espolvoreadas con sal marina o rociadas con miel, son el aperitivo perfecto para la tarde, y se combinan mejor con una copa de licor de hierbas local.

Un árbol para los lugareños

El almendro no se pone en exhibición para los visitantes. Florece fuera de la temporada turística, cuando la isla está tranquila, cuando las únicas personas que caminan por Santa Agnès son las que viven allí. Y en pleno verano, cuando Ibiza está en su momento más vibrante, el almendro hace lo contrario. Se desnuda, entrando en letargo de tal manera que un visitante podría confundirlo con un árbol muerto. Pero solo está esperando, almacenando su energía para el momento en que vuelva a florecer.

A poca distancia en coche de Can Frare, Santa Agnès alberga los almendros más grandes de la isla, una vista impresionante cuando los árboles están en flor. Un paseo por Santa Agnès, ya sea bajo el sol del mediodía o a la luz de la luna, es uno de los lujos más tranquilos del invierno.

En Can Frare, nuestros almendros se encuentran en las terrazas cercanas a la casa, donde celebramos bodas en verano. Para entonces, las flores ya han desaparecido, pero los árboles permanecen, enraizados en la tierra, formando parte del tranquilo ritmo de la finca.

Y ahora, con el cambio de estación, los que vivimos aquí estamos a punto de disfrutar del espectáculo. Un mar de pétalos blancos, el aroma de los almendros en flor que se eleva con la brisa: este es un momento solo para los que se quedaron.

es_ESEspañol